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IMPRESIONES Su mirada, a su vez, no está dirigida hacia delante ni al frente de la escena, sino ligeramente girada hacia la izquierda, justamente hacia donde termina el muro y aparece una apertura iluminada, una brecha por donde salir, alejándose de quien ve el cuadro. Me pregunto si esto es meramente mirar los detalles; descomponer el todo en sus partes como quien descuartiza un animal para comérselo. Lo real es que la figura parece realmente moverse y que ese movimiento insinúa un interés, una intención del personaje representado. ¿Tomará por ese hueco de luz o pasará de largo delante de nosotros? Todo esto no son para mí meras especulaciones acerca de trucos ópticos, sino lo que anima a la figura y le da vida. La tela del vestido, que se pega a su cuerpo, por delante, y flota en el aire, por detrás, refuerza ese efecto, como si la figura avanzara contra el viento o lo provocara con su marcha, lo que quizás sea el atractivo sutil, el encanto del personaje, su serena carnalidad. Todo esto da la sensación de que quien mira el cuadro no está afuera de él sino en un espacio contiguo, sin solución de continuidad con el que atraviesa la figura: como mirando desde el otro lado de la calle, desde el balcón. Movimiento
de la figura, sensorialización de la escena, involucración
de quien mira la obra: ¡Cuánto, con cuán pocos elementos!.
La figura que avanza mirando hacia otro lado, próxima pero ignorándonos.
Abierta y cerrada al mismo tiempo: envuelta en sí misma como el
enigma. |
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